¿Se puede dejar de ser una mala persona?
Una conversación nocturna sobre la culpa, el cambio y la imperfección.
Son las 20:08 y, después de prepararme un par de mates y jugar a las cartas, me vine a acostar a mi pieza. Mañana tengo que levantarme temprano para unos exámenes.
Mientras veía fotos y videos antiguos, surgió una pregunta que me dejó pensativa:
¿Por qué esas personas ya no están en mi vida?
Una pregunta inevitable cuando uno recuerda viejos lazos que hoy no son más que recuerdos.
Pero este artículo no trata sobre las amistades perdidas ni todo lo que se vive en ellas. Hoy quiero hablar de la segunda pregunta que me surgió:
¿Habré hecho algo mal? ¿Seré una mala persona?
Ser una mala persona... Miento si digo que no pienso en eso a menudo. Cada vez que cometo un error, que digo una palabra equivocada, que actuó de manera torpe o lastimo sin querer, esa idea vuelve a rondar mi cabeza.
¿Soy una mala persona?
Si miro hacia atrás, sé que he fallado muchas veces: con amigos, con mi familia, conmigo misma.
Soy consciente de las cosas que he hecho mal, de las palabras que hirieron, de las acciones que no estuvieron a la altura de lo que esperaba de mí.
Y me enoja. Me enoja no haber aprendido del todo. Porque si realmente aprendiera, no seguiría metiéndome en situaciones que terminan haciéndome daño o dañando a otros.
No es que me pase a cada rato ni que viva tratando mal a quienes me rodean, pero cada vez que ocurre, el eco de ese error queda rebotando en mi cabeza durante días.
Soy una mala persona.
Actualmente estoy viviendo una situación que volvió a disparar esa pregunta en mí. Actué mal. Pude haber manejado las cosas de otra forma.
¿Eso me convierte en una mala persona?
He visto muchos videos motivacionales intentando encontrar respuestas.
Muchos dicen que el solo hecho de cuestionarse ya es un indicio de que no somos personas malas. Porque una mala persona, realmente mala, no se detendría a pensar en el daño que causa.
¿Pero qué pasa si, aun así, lo soy?
Tal vez soy alguien que comete tantos errores que termina alejando a quienes la quieren.
Tal vez soy alguien que se sabotea a sí misma, aun sabiendo que esas decisiones le pueden costar su felicidad futura.
No quiero ser una mala persona.
Realmente me esfuerzo en aprender de mis errores, en corregirme, en mejorar.
Pero a veces me cuesta tanto...
A veces necesito tropezar varias veces para entender que hay cosas en mí que no terminan de sanar.
Ese deseo de vivir en la tristeza, esa inclinación melancólica que a veces cargo, me empuja a sobre analizar cada acto, a castigarme antes de que el juicio ajeno pueda hacerlo.
Si me culpo yo primero, tal vez, duele menos cuando lo hacen los demás.
Me pregunto cómo viven las otras personas sabiendo que también cometen errores.
Errores que a veces dañan a terceros, a su propia vida, a su reputación.
Me pregunto cómo es vivir con esa conciencia,
cómo es intentar cambiarlo,
cómo es seguir adelante con todo eso a cuestas.
Crecer duele y equivocarse también. Y, aun así, aquí estoy, intentando no perderme en mis propios pensamientos.